Los chinos no son extraterrestres

Después de varios años de convivencia total con personas chinas de diferentes zonas, edades y condiciones, estoy absolutamente convencido de que las personas de China no son tan diferentes de las personas del resto de países. No, no son extraterrestres por mucho que nos intenten vender esa idea.

La primera vez que estuve en China fue en 2008, un par de meses después de las Olimpiadas de Pekín. Fui con mi gran amigo Javier Camacho y la fantástica Lara Verdugo, que en ese momento vivía en la ciudad y fue una estupenda anfitriona. Recuerdo que dedicaba toda mi atención a buscar las diferencias entre China y España, entre la sociedad y la mentalidad, la comida, la ropa, las empresas y los edificios de España y los de China. Recuerdo buscar constantemente cosas "chinas de verdad", y cuando veíamos un edificio con letreros con caracteres chinos iluminados o una casita tradicional china, gritábamos, mientras hacíamos fotos, "Mira, mira! esto es chino que te cagas!”.

Sí, dediqué 12 de los 13 días que estuve en aquella ocasión totalmente concentrado en aprovechar al máximo el viaje, lo que suponía, en gran medida, ver y vivir tantas cosas “chinas chinas” como me fuera posible. No fue hasta el último día hasta que me di cuenta de que, en realidad, la mayoría de las cosas eran básicamente iguales que en España o en otros países. La vida, con mayor o menor presión, transcurre de un modo parecido en las ciudades, hay oficinas y restaurantes, hay camareros y hay propinas, hay atascos y hay parques. Y la gente, en esencia, desea y necesita las mismas cosas. Todo el mundo quiere salud para los suyos, casi todos quieren tener una buena casa y un coche, quieren tener una buena familia que les arrope, un trabajo digno, un sueldo tan alto como sea posible, y, cada uno con su concepto, ser feliz.

En aquel momento tenía poca experiencia en la relación con la sociedad china, pero, sinceramente, creo que tenía toda la razón. Nos han convencido de que los chinos son muy diferentes de nosotros, de que el chino es un lenguaje indescifrable, de que China es otro mundo, de que su cultura y su mentalidad son tan diferentes que es casi imposible entenderse con ellos, hacer negocios con ellos o tener relaciones con ellos. Pues bien, después de todo este tiempo, viviendo con mi maravillosa novia china durante dos años, comiendo, trabajando y relacionándome con chinos prácticamente todos los días de mi vida desde hace 5, puedo decir con seguridad que los chinos no son extraterrestres. 



Prácticamente todos los días me preguntan cómo son los chinos, qué diferencias hay entre nosotros, cual es la clave para poder llevarse bien con ellos y, sobre todo, qué hay que saber para poder venderles, y hacer que el dinero de los chinos que tienen dinero pase a estar en su bolsillo con el menor número de interacciones, esfuerzo e inversión posible en la operación.

Alguna gente sabe bien que China es un país muy grande, con mucha gente, muchas regiones y muchas realidades diferentes. Pero, incluso ellos, pecan de querer clasificar muy rápido algo que hasta las clasificaciones más complejas son incapaces de describir con precisión. 

Podría decir que los hombres y mujeres del noreste de China son altos, fuertes, abiertos, simpáticos, brutos, beben mucho alcohol y tienen acento del noreste. Pero, ni todos tienen el acento igual de marcado, ni todos son altos ni fuertes ni simpáticos ni abiertos ni se pelean todos los días. Mi novia es de Liaoning, y los propios chinos le preguntan que cómo puede ser, que siendo del noreste, no sea alta y bruta, y, más raro aún, que no beba alcohol.

No estoy escribiendo para criticar los prejuicios. Son normales, quieres comprender algo rápido, no quieres dedicar esfuerzo, y cuanto más sencilla nos inventemos la realidad, mejor. Es perfecto? No, pero es cómodo. Por eso etiquetamos las cosas, y hacemos bien, es algo natural, y bien pensado. “Este animal tiene pinta de venenoso. Igual es venenoso. Mejor no me lo como". No hay tiempo para analizar con detenimiento cada caso, mejor no te arriesgas porque tu vida corre peligro.

Con China, y con todo, pasa lo mismo. Queremos entenderlo, queremos saber cómo es China y, también, demostrar a los demás que sabemos mucho, porque nuestra seguridad y posición social o profesional también corren peligro. Por eso cuando aprendemos una cosita de lo que se supone que es China o su sociedad, se lo decimos a todo el mundo. Y, si encima, como en mi caso, te dedicas profesionalmente a ello, parece que tienes la obligación de soltar enunciados definitivos definiendo a China y su mercado constantemente, aunque haya muchas Chinas, y muchos mercados diferentes, y aunque todo dependa siempre de muchos más factores.



La posición es divertida. Si respondes algo como “Hay de todo”, porque, de verdad, hay de todo, suena poco experto. Así que dices un mensaje, el que mejor cuadre, o el que mejor te convenga. Pero, sobre todo, debes esforzarte por hacer pensar a tu interlocutor que ni en cinco vidas sería capaz de comprenderlos de lo raros que son, y por eso tienen que contratarte. Cuanto más diferentes sean, mejor. Cuanto más cerrados y extraños sean, más necesario será contar con empresas que puedan unir los dos mundos.

Creo que tenemos un papel relevante, sobre todo, como profesionales de la comunicación que conocen los canales y las especificidades del mercado. No porque los chinos sean muy raros, sino porque conocemos las técnicas adecuadas, tenemos información, relaciones y procesos bien definidos para el trabajo en China, y costaría mucho tiempo y esfuerzo desarrollarlo de cero. ¿Conoces las redes sociales chinas? ¿Sabes qué tipo de contenido compartir? ¿Sabes escribir chino? ¿Tienes diseñadores chinos? ¿Alguna vez has vendido algo a través de un portal de e-commerce en China? ¿Tienes agentes y amigos en todas las ciudades más importantes de China? ¿Sabes cómo hacer que publiquen una nota de prensa en los medios chinos? Es posible que no, y es por eso, sobre todo, por lo que podemos aportar valor. No porque los chinos sean bichos raros. 




A los chinos, igual que a nosotros, les gusta comer y tomar algo con los amigos, les gusta escuchar música, ver películas, navegar por internet, compartir cosas en redes sociales, leer, pasear y hacer deporte. Aunque, claro, no a todos los chinos les gusta todo lo que acabo de mencionar, igual que no a todos los españoles nos gustan todas esas cosas.

Una de las verdades universales que estoy escuchando mucho últimamente para definir el perfil de turista chino es la siguiente: “A los chinos no les gusta la playa”. Falso. Que España tiene más que ofrecer al turista chino que sol y playa? Desde luego. Que a muchos chinos no les gusta ponerse morenos? Cierto. Pero eso es una cosa y que todos los turistas chinos tienen alergia a la playa, es otra. Parece, por el mensaje que se envía constantemente, que cuando ven una playa, huyen despavoridos hacia un museo cual soldado que corre hacia un bunker durante un bombardeo, porque a todos los chinos, sin excepción, les apasiona el arte. Las playas de China están abarrotadas, y todos los chinos que conozco se hacen fotos en la playa siempre que tienen oportunidad.

Pero queremos entenderlo todo, porque si no el mundo es demasiado complejo, y no nos gusta la sensación de no tener las cosas controladas. Nos gustan las mentiras asumidas como verdades absolutas, porque no nos importa si sabemos cómo es China, o cualquier fenómeno del que estemos hablando. Lo que nos importa es superar la sensación de inseguridad que nos genera no entender las cosas. O tener trucos para hacernos con el dinero de los chinos, que parece que tienen mucho, y nosotros no.

Creo que, si quieres tener clientes o inversores chinos, lo primero que deberías intentar hacer es mostrarles un poco de respeto. Estoy seguro de que eso ayudará.

“Yo les respeto, pero son muy cerrados”. Los chinos son personas. Y, exactamente igual que pasa con las personas españolas, hay chinos más simpáticos y extrovertidos y chinos más cerrados, hay chinos que son generosos con sus amigos y egoístas con las personas que no conocen, chinos extraordinariamente humildes y trabajadores y chinos prepotentes, egocéntricos y centrados únicamente en su éxito personal y aprovechar cada descuido para su propio interés. 


Hay chinos de buen y de mal humor, chinos con MBA y chinos que dejaron el instituto. Chinos vagos y trabajadores, y, sobre todo, hay diferentes versiones de cada chino en función de miles de factores, exactamente igual que pasa con cada español, y cada alemán. O acaso tú no actúas de forma generosa y de forma egoísta varias veces a lo largo del día? O acaso no tienes épocas en las que trabajas más que en otras? Eres igual con tus amigos que con desconocidos? Estás todo el día integrado con la población local cuando trabajas o estudias en el extranjero?

Pero, como sé que muchos, por mucho que diga, seguís queriendo saber “Cómo son los chinos”, la próxima semana contaré algunas de las cosas que creo que pueden definir, al menos en parte, a la sociedad china moderna, y algunos consejos prácticos que quizá puedan serviros para tener una relación más fluida y, a ser posible, mutuamente beneficiosa con ellos.


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